Por Leonel Castellanos Rodríguez
El mar no fue suficiente
Ni el mueble que te transporta con aire a todo
la balsa pobre, la ola gigante no te asustó
más miedo te da el terror de la opresión
el hambre que te calcina los huesos
la miseria que te ajusta con grilletes el tirano
el remo rústico casi sin madera y casi sin alma
la malla que quema
el sol que descarna
no fueron suficientes para detenerte.
La lágrima que despide no fue suficiente
el adiós que te envuelve
la novia que duda de la travesía
el pensar en el pequeño que se queda
la madre que se toca el pecho
la tierra que te mira y te empuja
no fue suficiente.
La dentellada del fiero acuático no te asustó
beberte la sal de ahogadas horas en el destino
no te asustó, la incertidumbre…
nada fue suficiente para detenerte.
La sed que te asfixia
no fue suficiente
los labios que se descomponen
que se despedazan
la boca con el grito de auxilio no te asustó
la línea del horizonte que se traga los cuerpos
que te devuelvan aun llegando a la otra orilla
nada fue suficiente para detenerte.
Y te quedaste en el hondo azul
vacía la marcha quedó
el cielo en testigo mudo te mira
un brazo tuyo se despega de ti a unos metros
lleva una foto y un sueño
los ojos ya sin luz te acompañan
en solitario descenso, el cuerpo ya sin vida
el corazón paralizado se hunde contigo
un último pensamiento triste te viste, nada fue suficiente.
Unas flores te regalan los recuerdos
unas oraciones te recitan la resignación
un canto te ofrece la causa de otros
un perdón en la arena, en la brisa y en las aguas.
Una hebra de hilo en la bandera te brindo yo
una palabra entre tantas poesías, te besan mis versos
por que ya sé, el mar no fue suficiente.
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