Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

AMANECIENDO.




Ensimismado, en corrientes que la ronda del trigo hace renacer, por el látigo del viento
Apenas un sol aborda cada pino y cada ladrillo que a su paso descubre
Envuelto en disimiles hilos que acordonan las tareas, enrollado en la prisa consentida
Ordenando mis manos y atornillando ideas, empiezo el día, como un intruso más de esta vida.

Peñasco insólito y solido, que los años invaden, cuenca de manantial que el tiempo asedia
Rito de metáfora que el reloj quebranta, hombre que la esperanza edifica y ancla, soy.

Si por la sangre que me allana, pudiera en la promesa más sublime, dejarte la palabra angular, la exacta, la propicia, que en misterioso carruaje en tí hallara camino, si por la fe que me sostiene, fuera tu cuerpo cruz donde mis plegarias en goce eterno se arrodillaran, podría entonces decir que este oficiante que enciende telón ordinario, sería el mejor de los días.

Rustico empeño en llevarme el néctar negro de un café, como humeante escalada, a la boca
Y tal vez imagino que es tu boca lo que despliego en líquido deseado hacia mí
Me ciño la armadura con que escudo las escarchas invisibles, aliso las canas y los centavos, y entonces otro momento para mirarte, detrás de las ráfagas de siluetas que dibuja un cigarrillo infame, cual cartucho que me arma, en la salida que me aproxima al exterior.

Para este día necesitaba un ángel, un refugio, un grito, más el disparatado circo de la rutina se desvanece, con el cálculo sostenido de tu presencia, que ahuyenta abismos.

Estas lejos y lo sé, pero no tanto que el pensamiento no te envuelva, no tanto que no sean tus aguas mi sed.
Estas allì, en los goces que me descarnan a cada segundo el mejor de los mùsculos.

Subrayada táctica me encadena al propósito, destreza esgrimo ante la meta
Pero la cálida aventura que la añoranza persiste, se trunca en los remolinos que aun sobreviven en las corrientes de la ronda del trigo, esa que renace por el látigo del viento, esa que renace en la ausencia, distante cómplice, mustia tonada, orquestado escenario a donde voy mientras va amaneciendo.

Vamos.

ELLA DICE.



Ella dice que debo cambiar esas bofetadas que le doy a las costumbres
Que no soy cuerdo, que viajo en nubes, de esas que en la tarde van en bicicletas
…por los mercados de pelicanos y tramoyas. Ella dice que debo observar al pescador de los mares en su tenacidad, que escribir poemas es solo un pasatiempo y que las facturas son la herida mensual de las desesperaciones.

Ella dice que la aceptación de sus errores es también querer, que si no la entiendo es solo por la falta de capacidad de ponerme en su lugar.
Ella se queja de que he tenido aguijones prendidos en la piel, que he manchado el azul del cielo con locos dibujos y sueños en los que me suelo mecer
…que desentierro del pasado algunas experiencias, que no culmino a veces lo que empiezo y que tengo pereza cuando llega el amanecer.

Ella me dice que su pelo necesita mas tonalidad mientras me bebo un café mirándole los hombros y las colinas que bajan al centro de su pecho sin espanto.
Ella me cuenta de un tipo que la persigue en el trabajo desde los tobillos hasta las caderas, con la mirada del más grande de los guanajos y que soy poco romántico porque aun no le he bajado una estrella.

Ella dice……….que nota cuando le digo mentiras por que ella no las dice, que debo aprender los rituales de la convivencia, que madure alguna vez y utilice la inteligencia
…porque los milagros no caen del cielo como las lluvias de septiembre
Que soy el peor de los hombres porque ya no naufrago en sus fronteras, que marchité sus blancas azucenas, que despedazo el tiempo en alabanzas ajenas, que soy critico sin que me duela y es que no sabe, Ella, que lo que pasa es que ya no la quiero como cuando te da el flechazo, que lo que pasa es que ya no me muero por caer en sus brazos, lo que no sabe Ella no sabe que no solo hay primaveras en marzo.

Que fue la sed desmedida que dejó en mis labios, que fue la poca luz del cielo
bañando el tejado
…el dejarme a oscuras, que fue su mano y no mi mano la que tejió cadenas en vez de lazos.
…Ella no sabe que hace mucho distingo lo cerca y lo lejano, que fue su intención
de salvarme de los ríos desenfrenados lo que me hundió en lo más abismado, que se cayeron los telones enfermos, como mascaras, encendidos en los inciensos por toda pared y toda sabana.
Ella no sabe que así como cada corcel encuentra su camino, siempre detrás de cada noche llega la mañana, y detrás de cada tormenta, un sol divino.

Ella dice que ya no hay princesas, no hay castillos con heraldos entonando sus trompetas, que los unicornios son diabluras de poetas amaestrados, que seré infeliz, que no tengo caso. Bueno quizás pase, pero voy a intentarlo, buscare sitio al borde del mundo, donde hay amapolas y luciérnagas, voy en busca de los ojos y del alma, y si del borde me caigo, tal vez sea sobre una estepa de delfines azulados.

No temo ni al viento ni al llanto, no temo al silencio ni tampoco a las espinas, soy dueño de mi vida, no soy rey ni esclavo, ni lobo ni cordero manso, pero me sobran las fuerzas para hacer del amor, mi timonel con las velas sinceras enfilando mi barco, y si estas por ahí y te queda espacio, amarro junto a ti los cabos.
…Ella dice que no puedo, ya veremos, me marcho.



RETINAS EN EL HORIZONTE.


Ungido en el amanecer junto a la ventana de marfiles y nevados cristales, telón de amortiguado gris que descuelga del cielo, te pienso. Me he levantado y estoy aun enfundado en un pijama de franjas celestes que alguien me regaló alguna vez, ordeno las ideas y el alma se inquieta como cuando me encadenas con esos brazos terciopelados, ahora debo subastar en el bordado rupestre y pintoresco que se aborda en los canales del pensamiento mi nostalgia de ti. Me tomo unos minutos para desperdiciarlos en un cigarrillo que fusilo en extensas bocanadas y se encienden los primeros acordes de una radio tan intrépida como matutina.
Hace días intento pintar un cuadro y por ello desde ayer preparé las vasijas para recoger el rocío de la noche, removí los pinceles en una lata vieja y oxidada con esos líquidos necesarios. Ahora somos unos acróbatas el lienzo y yo, empujados a describir algo tan sublime que duele de tan bello por demás. Intento pintar tu cuerpo, quiero que mis manos cuenten toda la historia de esos instantes en que te acarician, quiero que la piel grite por mis dedos y en colores el suspiro eterno que en ella vive.
Las cortinas no me hablan hoy, se han confabulado en mi contra y retorcidas en sus cascadas de hebras y líneas inmóviles enmudecen sin piedad. Ajusto el caballete pero un tornillo quebrado por el tiempo hace que se incline a la derecha, si utilizo el color azul, será para esa aérea y tan intenso como el mar de tus caderas.
No sé cómo lo haré con la tonalidad de tus ojos, es un verde rubio como sol de primavera salvaje y joven. Tu pelo corto invade y va destronando tus hombros en una fragua negra que marca el inicio de tu espalda, esa sabana de curvas y valles en donde tanto suelo perderme y aunque sea más fácil trazar el segmento continuo de tus labios, el beso, el beso jamás lo podré dibujar.
Intento pintar un cuadro…espera!!! , acabas de llegar.





NATIMANÍA.


Voy a teñir el cielo con los gritos más urgidos y desquebrajados
seré pozo y contienda en mi arrebato, una triste figura de oropel
escondida en las tramoyas de la rendición.
Voy a morder los venenos que sitian y se aglutinan detrás de melancólicas sombras, si un día te marchas como aquel tren a lo lejos y entre los viñedos grisáceos de verde pasión, recostaré mi pensar, para dibujar en todos los horizontes posibles la espera.


Voy a fusilar las mañanas
con sorpresivas barricadas de humo y desgano
como un novio de la bruma desquiciada y hostil.
Voy aparentar que las emociones no existen, Ya no querré que las paredes me retengan sin tus ojos mirándome ni balcones impacientes que me cerquen, voy a correr tras de ti y seré un forastero en todo instante de sonrisas, si te marchas de todo eso que somos.

Hablaré a solas con mi rostro rasposo y llenaré de cráteres mi mente para reproches y arrepentimientos,
seré cobarde como un Van Gogh
cual arquitecto de dicotomías beberé irrazonables fantasías que te devuelvan a mis manos. Haré que pudra la calma en el último de los infiernos, que se espanten las brisas al más fantasmal de los abismos, porque si tú me faltas, ya no habrá vida ni arcoíris por los que respirar.

No habrá amor en los manteles del Café bohemio que se besa con la esquina, ni rizos en la ola que las nubes estampan en la ventana. Ataré mis manos con las crines de los caballos de la demencia, con sarcásticas tempestades morderé el whisky sin tabúes.
Un despojo humano, un paria del destino, un convencible desastre, el último peldaño de la destrucción, porque sin ti, seré eterna ausencia.

SEGUNDO TIEMPO, LAS RULETAS DEL DESTINO.






Sumè el acantilado en sobremanera con el acorde del desconsuelo, tropecé con el diván que sobre nubes descansa subiendo las cuestas y despeñe en saltos imprecisos mis fuerzas. Las gardenias rojizas por la espera se marchitaron antes del amanecer, los sauces llorones naufragaron en el viento cuando apenas el sol se tendía tras la ventana.
Fue mi error volar con las golondrinas lejanas en el horizonte, fue una pena esconder las heridas, fue un acto descabellado remendar los agujeros de la penumbra mientras usaba las hebras de la esperanza.
Soy mortal, pero a veces se me olvida y pretendo tentar las ruletas del destino.
Si mañana escribes mi nombre sobre el recuerdo mientras una melodía asoma con tristeza, si mañana te meces en la impaciencia y un escalofrío se desvanece entre tus venas, si mañana , escuchas que he me marchado donde los astros son más grandes y me crees un enfermo que no tiene cura, sigue aliada del tiempo que me desconoce.
No sé de perfectas estructuras, no hay pirámides en mí que contengan lucidez y cordura en cuestiones de amor, no fabrico luciérnagas provistas del algodón de lo equilibrado, no soy sensato ni tampoco altanero centurión de caprichos, no se beber agua del arroyo desatinado y embriagador de la paciencia, soy fuego impulsado por mil corceles inquietos y renegados, soy pasión cubierta de lanzas y apuntaladas sorpresas, soy miedo y niño en una sonrisa traviesa, soy velero derribado por olas azarosas y bulliciosas de la algarabía reinante de cualquier primavera, y por ello comprendo los pecados, los silencios, los suspiros, los latidos y los duendes de la eternidad. ¿Qué quieres de mi?...... ¿Que buscas en mi?, ¿Acaso esas páginas de alegría constante sin la amenaza del adiós?
He tejido la tela inconclusa con hojas malvas y difusas de cadenas solidas. He perdido en tus ojos esa mirada que sin brújula me encuentra en cada segundo, he perdido el empuje de tus labios sobre la cascada de los míos, he perdido el sillón de los bucaneros sobre las estrellas, y me muero, me muero tan despacio como una noche en el universo, me seco como manantial ciego que forma el rocío, me esfumo como remolino pequeño cerca de las tormentas, estoy justo en la horca de mis propios acertijos, suspenso en la caída, debajo de los rieles, hipnotizado por el espejo húmedo de mi habitación, mudo, apenas sin el aliento, entumecido ante los fantasmas y esperando otra estocada de la soledad.
Nadie te dijo que yo existía, no fue por códigos ni rifas que me encontraste, fui yo quien decidió nacer para conocerte, fui yo quien apenas siendo retoño te soñó, fui yo quien trazo las líneas para hacer un camino que me llevara hasta ti. Fui el dueño los pactos, fui yo quien sobrevivió todos estos años para estar junto a ti una vez, una y única vez. Fui yo quien cambió con los acreedores de las fortunas parte de mi pecho y de mi glorias por una historia ínfima detrás de tus caderas, detrás de tus muslos, para enroscarme en las mieles de tus caricias, fui yo quien buscó que pasara la brisa del verano entre nuestros dedos entrelazados, y aun así me culpas de esta tendencia a convertirnos en extraños, ¿Qué sabes tú, entonces lo que es amar?


Sumè el acantilado en sobremanera con el desconsuelo, cuando cerraste la puerta. Buena suerte.

Dos puntos, una curva.


De algodón retorcido es la cabecera del horizonte, como un precipicio fusiforme y remojado por los márgenes que descienden en rustica sinfonía es mi silencio, como un trozo de vidrio encajado en el descalzo pie y como sangre que brota desordenada entonces soy ensimismado en los balcones de la ansiedad. Los autos traspasan las letras en las aceras, le gente camina por los bordes de sus propios pasos, y de momento me golpea tu mirada como alas de mariposas y me desnudo en el revuelo de sus destellos.

Dios se ha marchado con aquella brisa divina que dibujó la suerte sobre las escrituras del perdón, se ha marchado tan lejos como pudo de mí, sin prisa y vestido de la más cuerda locura. Han caído las hojas por todo el cielo de los sauces y mi conciencia, como puntales han caído los instantes, y mis lágrimas son gavetas rellenas de cartas y miedos. Dios se ha marchado, bendito día escogió el señor…. el mismo día que te encontré, vida, en las alforjas de la esperanza, y para colmo te ha llevado consigo.

Sediento como la fantasía de una caricia, anudada en las manos sobre tus caderas, es ahora mi espera. Tengo un duende junto a la ventana en vigía enorme como una roca leal a ese faro que ilumina las costas. Oculto sobre una estrella se me quedó la rodilla de un beso, apoyada en el fino lienzo aterciopelado de tu boca. Repleto los tendones por el deseo de abrazarte, azotado por el temblor que provoca tocar tus manos, y esos permisos que se caducaron en la despedida.

Dios se ha marchado por los péndulos de ese pelo que se te enreda en el rostro, tan lejos de mí como los cien valles que nos esperan al morir, y ya la tarde rendida ante la engalanada noche que tropieza junto a los gritos del ocaso, se mece en ese banco gris en donde estamos los dos.
Un manojo de unicornios blancos tu blusa es , un arquero son mis ojos en los puntos y en la curva, como un remiendo de la guerra entre el néctar y la hormiga bajo el ciruelo.

Podrá pasar la vida, en un final es algo relativo y también reinar la duda, más no aquello que tengo en el sentir, cuando si te pienso se me devuelven las azules glorias, en el frenesí encantado de tu existencia albergo el ultimo de mis alientos. Y Dios lo sabe y por eso se ha marchado para dejarnos el mundo para los dos. De algodón retorcido es la cabecera del horizonte, y no merece tanta fuerza la distancia.



Tus ojos.



Una aventura son tus ojos, de esas que algunas veces no puedes vivir
Solo desear
Un continuo brote de manantiales, de esos que muchas veces no puedes beber
Solo contemplar
Un cielo tan azul como ninguno, una noche tan llena como todas las lunas en una
De esos que muchas veces no puedes retener, solo encontrar
Un destello de Dios, una lanza del tiempo, un bocado de lo natural
Tus ojos la manera única de lo bello hecho forma y color, líneas y delirio
Tus ojos el decir de la ternura, el baile y vuelo de lo divino
Tus ojos el consuelo y el camino para enamorarnos sin final.

Una gaviota dibujando las mareas son tus ojos
Una cascada en lo alto, un gemido en lo profundo, un suspiro en el pecho
Una Oración tu mirada deslizada en mil melodías, un grito en el silencio, un asecho
De esos que no se pueden callar
Una acrobacia en la ansiedad, un pretexto para el beso
Un nido habitado por mariposas, un roble meciéndose al viento
Un rosal descarnado y abierto en un verso
Un sitio, un sitio hermoso y quieto, de esos que a veces no puedes llegar, solo bendecir
De esos que no puedes decir
Lo que son por no saber las palabras, tus ojos son la verdad.

Una aventura son tus ojos, de esas que algunas veces no puedes vivir
Solo desear.

En el teatro del Adiós



(Acto primero)

Descolorida la carpa, como el heno que yace en las alfombras
retocadas con hebras multicolores
Por la mano del sastre escondido entre tramoyas y bastidores
¡Ay!... y esas enormes murallas de oscuras manchas que descansan
en la entrada de cada telón, de cada nudo, de cada galería, vivas otra vez
Un clarinete con el ébano de sus balcones y pestañas empañados
sin barrilete ni abrazadera, se descuelga en algún rincón
Así, con un sombrero de tres columnas rojas salpicadas de lentejuelas
Llegó el bufón con una rosa enraizada desde el corazón
Chaqueta desteñida por el azul grisáceo de un amarillo
amontonado en las monteras piconas
y zapatos de pompas de jabón, endurecidos y ciegos, patinando sobre la lona
Para cantar aquella balada, entre piruetas y bohemios gestos de olvidado amante
Con el ritual del halcón que bajo y alicaído vuelo defiende en un instante
cuando su amor se ha marchado

(Acto segundo)

La enorme cabalgata hasta el angosto comedor de persianas insomnes
Lleva de esquiva desmedida entre cuadros con paisajes de batallas y flores
La frente se desprende como cera recién encendida, en los pasos
Y en las manos un crucifijo sufre como un péndulo, los oscilados movimientos
Ya nada de los aromas de su carne, ya nada en el silencio de la búsqueda
Solo una intrépida ansiedad, solo un bálsamo de dolores
Solo calma, solo sombras, luto, ocaso
No toméis amanecer esta alma mía, pide, sin que sus labios
Entierren en las madreselvas de mis fibras, el beso que colme
De vientos salvadores mi poca existencia sin sus ojos
No toméis destino, clama, las rendijas aventureras que se agrietan en los finales
Sin que su nombre me llame, lejos de esta locura de antojo
Por beberme todos sus causes, porque será pecado
Dejadme decirle, antes que me lleves adiós joven, amor quédate


(Acto tercero)

En el bar de cualquier esquina, en la barra de cualquier bar, el brazo es extensión
De una copa ensangrentada, copa de mediana estatura, soñolienta y bohemia
La Vitrola se impone con la melodía de una carrasposa voz melancólica, las gotas
Impacientes de una lluvia enfurecida golpean los vidrios de la noche
Y hay un llanto oculto en lo profundo de quien bebe y recuerda
El bullicio es sordo, como muda la risa y triste la mirada resbalando sutilmente en los espejos sarcásticos de sus imágenes
Dos se besan justo detrás en el diván, otros bailan en la pista, más él esculpe en su
Asiento singular y apartado, culpas, lagrimas…y piensa
Cuando es el amor el dios que nos fragua, y nos decapita alguna vez, será entonces la vida, el último sitio en que queremos estar
Cuando es su himno, un plegaria de derrota y un poema moribundo
Es la vida un desierto que nos niega, con sus arenas, a seguir la marcha



L. Castellanos / E. Obanyoko

SIRENA DEL BOSQUE







Tenía puertas dentadas el carrusel que abandonó la lluvia
Tenia un suplicio de muerte la arena revuelta del parque
Se sentó mirando al cielo aquel paraguas
que alguien escondió entre las costuras de un banco
Tenía en su vuelo primero el pichón de paloma,hojas de primavera acompañándole
Tenia hasta la nube más remota, cual jiste blanqueado
confecciones de mil miradas indubitables
Pero para el espacio que como jubón me aprisionaba solo hallaba migajas de vacío.


Tenía la hierba verdecida
trampas florecidas de mariposas revoloteando entre sus tallos delgados
Tenia la tarde una pasarela indómita y caprichosa para desnudarse
Tenía la cornisa más elevada debajo del tejado, el hollín de chimeneas y años
Y justo detrás, asoma una veleta coronando lo alto del campanario
Pero tú… sirena del bosque, tú no estabas.


Tenía la pequeña grieta inocente en la pared
frases de amantes maquilladas y mezcladas con auxilio
Tenía el caminar de la gente el zigzag de los perros callejeros
agujereándoles el paso
Y la romanza de la fuente una cristalina tela abanicada.
Tenia la copa del ciprés una cigarra vagabunda adormecida por la brisa
Tenía temblores de un lampar dominante por sed en la boca, tenía volcanes en el pecho, pero tú no estabas.


Tenía atascado en los surcos de la frente el sudor de la espera
Tenía la fiebre de alucinaciones de un escarnio acechándome por las espaldas
Tenía dagas hambrientas y desorientadas
de incertidumbre golpeándome las asaduras
Tenia de hastío, tenia de desplomado valle y desdeñado salmón
Tenia hasta la libertad para morir, pero tu…sirena del bosque, tú no estabas.

Grilletes jóvenes empuñàndome los tobillos
Horrendas comarcas de escalofríos habitándome
Frescos estigmas, desangrados recuerdos, miedo, pena, quebranto
Tenia al caballero negro, ese que por silencio nombran
tirando de la cuerda que por el cuello me sujetaba
Tenia hasta la nada para mi solo, porque tú…sirena del bosque, tú no estabas.


L.C.R./CH/2013.