Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

DEL TEMOR, LAS DUDAS Y LA SONRISA.

                       


El canto de tantas palabras perdidas lleva de rojo y de pequeñas celdas apuntaladas, en sus barrotes mas húmedos  retorna la fuerza de los intrusos y campanas de destierro repican en las alfombras de sus sombras. 

Una muralla de niebla entorpece el viaje del día, proliferan en los suburbios  entonaciones de diálogos inconclusos, me detengo en la puerta de los horizontes con el cuchillo de rebanar la ilusión y para entonces mi fe es un sitio desolado.

Bendito canto de  dolor, bendito auxilio de repetidas ausencias es mi pena, con acrobacia y mascara se abre el escenario cotidiano. Bufón de pantuflas y taza de café es mi balcón  desierto, trampa  para madejas de recuerdos, silla de sentencias y fuego ensortijado en  la órbita de los ojos lánguidos y desorientados me acompaña.

En estas tierras lejanas, las cordilleras son entablados telones, hay estaciones que por momentos cubren  de lodo y nieve sus cimas, es tan fría la tarde como el pasar de los caminantes por las aceras, la mano cálida no sabe  del abrigo que corona, no hay en ella un ápice de nocturnas acogidas y mil sombreros deambulan por debajo de las antenas y los carteles digitales, soy un cazador en medio de un grano de arena gigante, soy un vicio  de la bohemia sin  el contrabando de las hospitalidades, soy carácter y soy hierro.
A veces me raspo la cara con los dedos, porque se convierte  en una pared, una pared con forma de cara, ovalada, barbuda y taciturna, a veces es mi rostro un retazo de madrugada, a veces es mi boca una amarga caverna de oscuras y silentes ecuaciones. Si tomo un libro en las manos solo observo las primeras líneas, el teléfono entona un himno constante de números. Vivo en un edificio de pasillos largos, de elevadores demorados  y vigilantes, vivo en una calle de taxis y bicicletas, vivo en una ciudad de zombis que trabajan y duermen.

 Un vino barato y una vela más barata aun, reposan cada uno frente a mi cuando la noche cae deliberadamente, una canción rueda por los oídos, las sirenas de bomberos y policías circulan por las trastienda de las ventanas, las muchas luces de las torres finales en las azoteas son  crepúsculos inocentes e intermitentes y yo soy un juguete de mi  almohada, mi cama una trinchera, mi desesperación un fusil y  el temor un ejército. Hace mucho dude para escribir este cuento donde me expongo, por temor a que nadie lo leyera, pero la razón de decir, me convenció a hacerlo.
 ¿Que es el optimismo sino un temor al pesimismo?, o ¿que es dudar al  cruzar la calle sino es un temor invisible a los autos?

El temor te invade, pero pocos hablan de eso fuera de una crisis, temen al bochorno,  al descalabro mental que produce la burla, temer a sentir temor es más que dudar a ser valiente, o ¿será una falta de razón lógica que nos hipnotiza los sentidos?, ¿será tal vez el temor al hambre lo que nos hace comer o es el temor a estar solos lo que nos hace reunirnos?

¿Hay razón en el temor, o solo estoy dudando de que exista otro motivo para hacer las cosas?

Tan enormes esos motivos en ocasiones  y tan poco el boleto  de satisfacción, crear enormes estructuras a nuestro alrededor contiene ese deseo de que sea grande todo lo que tenemos, es la abundancia aquello que opaca nuestro temor a la escaces, 
Conocer tantas cosas es lo que nos permite saber que decidir, ¿pero que pasa cuando lentamente una duda nos nubla todo y caminamos por raíles hacia la razón de que el miedo es mental?, ¿pero porque si es mental se me aprieta el pecho ante esta duda?
Hemos temido siempre, a la lluvia, a la muerte, a la ansiedad, a la soledad, y hemos sido bala disparada sin rumbo, y hemos sido marioneta, presente, pasado, catarsis,  salto, golpe, soberbia, orgullo, abandono y hoja marchita.

Sonreír es un lujo cuando nace del alma, sonreír como un parque lleno de palomas blancas y agua cristalina es una hazaña de pocos, sonreír como un tren que recorre la avenidas de las lindas emociones es un pan para el mendigo, es una oración para el cristiano y es un sueldo de millonarios en estos tiempos, sonreír es paz y  es un joven  manantial descarrilado debajo de un roble verde y marrón sin  frenos.


Y yo después de todo solo puedo sonreír cuando estas junto a mí. El resto de mis minutos es duda y temor a que no llegues.

FUI AL PSICÓLOGO

Hace unos días fui al psicólogo, es natural cuando entiendes que algo anda mal,   y algo anda mal cuando fumas más de la cuenta, tu banco te envía mensajes sobre tu morosidad, un carabinero te pone un parte, la Tele te aburre, la melancolía te rebasa escuchando una canción de Al Green, pasas horas pensando y pensando en las horas, viajas en el metro como un cosmonauta, pierdes apetito, tu jefe entiende que eres un héroe pero debes seguir cobrando  como un empleado mediocre y entonces sientes que te falta la paciencia, te ahoga la ansiedad y el planeta gira en tus sienes a mil revoluciones, algo anda mal cuando deseas estar muy lejos de todo lo lejos que existe.


Las cosas andan mal  cuando terminas una relación, y todo por dentro,….no solo el corazón, también el hígado, la garganta, los ojos y las piernas te duelen. Porque ya no llamaras hasta enmudecer el nombre de alguien, ya no miraras lo azul del cielo en los muslos de alguien, ya no correrás  para ser puntual en el sitio acordado, y tampoco te embriagaras para perderte en su piel.

Comienzas hablando con el amigo o la amiga,  recorres paginas del ciberespacio, lees libros de auto-ayuda, viajas sin regreso dentro de tu baño, sales a bailar y no bailas, llenas crucigramas de física y entre tanto y tanto, dices… ¿porque no? Sacaré una hora con el psicólogo, y que descubres,  que todos tenemos los mismos problemas pero con diferentes ecuaciones, que somos grandes y valientes, torpes y débiles, que vivimos  a pesar  de todo lo que enfrentamos, que sin querer seguimos  aquí, que somos un accidente y no la creación o viceversa, que cambiar un tema es una transferencia comunicativa y la depresión culmina en un delirio apocalíptico.

Que somos adictos a ser felices,  a encontrar nuestra misión, que optimistas recibimos las malas noticias y decimos no importa siempre hay una solución. La vida suele ser un caos en ocasiones, pero nuestra voluntad es enorme cada vez frente ante cualquier obstáculo, que  somos libres siempre o eso creemos, que siempre actuamos firmes ante la adversidad pero en justa verdad, todos estamos locos.
Ya fui al psicólogo, para saber lo que ya sabía, pagar lo que no debía, y descubrir que solo he actuado como muchos lo hacen, que  si ahora  soy un solitario  es que formo parte de un número  de las estadísticas y que lo que necesito es un gran amor o quien sabe tal vez mucho dinero, mucha suerte o mucha moral estable y mucha lógica, no se  por que el resto solo son  facturas, recetas y leyes naturales.



EL RELOJ

Acordonados como esas cabezas y cuerpos en los estadios, amontonados y esposados como los granos de maíz en la mazorca, repletos y rebozados como un plato de lentejas, como muchos escalones los segundos son piruetas de un payaso.

Fundidos como las pecas en la espalda de una pelirroja, como  el arrecife desnudo bajo la ola. Entrelazados como esos cordones en la bota bajo la cama, como anillos sujetos y gemelos, como las siluetas, los parámetros, los unidos copos de nieve,  los minutos son una lavandería llena de giros sin cesar  entre la mezclilla y el jabón.

Con una maquinaria de cuarzo y podredumbre  en dentadas circunferencias mido mí  existir diario. Como un tatuado dispositivo de de despertar y dormir cuelga de mi mano un sabio masoquista infeliz  de esferas y ritmos, un incesante sujeto que pegado a él me obliga  a ser grillete de su gobierno.

Esclava  de castigos y cansados martillazos es la ronda que asesina sin prisa las horas y los espacios. Siempre tan entrometido en  todo lo que hacemos, siempre tan galán  e inquieto, siempre tan astuto y parásito es mi reloj una sarcástica manera de saber cuánto he vivido hoy, no es mi compañero, no es mi súbdito, no es mi  amante,  no es mi   amigo, es solo eso, un bisturí que abre sin ayuda la piel del tiempo.

De tantas vueltas en este carrusel mi reloj inmóvil renace los velorios que  cada hora emprende, va como heraldo  ante la torre, va como quien preside el patíbulo, va como el barbero de barrio midiendo lo extenso y recto que es su trabajo, diera muchísimo porque parara de una vez  para siempre y este instante juntos, fuera esa  soñada eternidad.

Si solo pudiera medir el amor con esa gota de inmensidad, con esa válvula de la grandeza, con ese palpito en el pecho,  con ese estilo de lo mío y lo tuyo protegiéndonos y no tener este injusto tiempo, esta gravedad anciana, relativa,  directa hacia  abajo metida en este tic tac alfanumérico de batería y manilla, entonces seriamos libres.


Quien inventó el tiempo, quizás tuvo mucho tiempo para crear para servirnos  algo tan inservible, tan incapaz que no se ve mientras nos observa, que   se acumula y no llena,  que solo pasa sin ir ni venir.
Algo que es ese segmento donde cavamos y cavamos para repartir algo que en verdad no hacemos, ¿no sé si es real o no?...tampoco me interesa, pero el tiempo solo tiene algo que me gusta, y eso eres tú, aquí, ahora.

                                                      LCR/2015, Enero/ lunes/ 19:54.47.32.pm.




SIN COARTADAS.

Tengo la sensación, que en el vuelo desorbitado de un ave lleva consigo el viento tu imagen, voy deambulando por entre postes y adoquines, no pienso….trato de no atormentarme pensando en las facturas o el arribo de fin de mes,…pero lo poco que pienso se relaciona contigo. 

Los semáforos en simultáneas franelas y lentejuelas de rojo y verde me indican como robot  del camino cuando parar y cuando seguir. La soledad es un escalofrío incomodo y torturante, es un grito infinito dentro del alma, es una guillotina macabra que se te inyecta en los pómulos y ciega la visión, es un taladro en la frente que sin respiro te arranca la calma.

La soledad es un ángel mortífero, llega y se instala en tu mesa con naturalidad sin ser invitado, se acomoda entre tus sabanas y casi no te deja espacio, y sin piedad invade las paredes, los parques, los bancos, los autos, el cielo, el horizonte y toda tu re jodida vida. La soledad es un asesino de la conciencia, un maldito error de dios al crearnos, un zumbido ensordecedor en la oreja de constantes campanadas, un veneno combinado de todos los males, un disparo, una cuchillada, una muerte.

Sé que leerás esto, se que en algún momento veras en estas palabras la verdad histórica de que es la soledad…..y se también, que estarás de acuerdo conmigo.


Nunca debí dejarte marchar a pesar de todo, nunca debí frenarme cuando rompimos los lazos, no por que eras lo más importante para mí, no porque era tu sangre en mis venas de la forma que aprendí a vivir, no porque comprendí en tu boca que era un beso, no porque ese mar de caricias que se enroscaba en nuestros cuerpos fue la maravilla inconmensurable, no!!!..... Es más bien porque te llevaste todas la armas con que combatir a esta enfermedad de mierda que es la soledad.
…Palpé con la punta de los dedos de la nada, una grieta, un caos reducido en minúsculas profecías y desalentados suspiros, palpé  toda máxima expresión en la partida, el adiós tomó tamaño como esos dibujos altos que en las nubes se forman, palpé como un gladiador del insomnio mis parpados, mi sombra y mi espíritu, mientras dormía en uno de mis sueños despierto y vi en lo profundo de este hoyo que es la locura, un descenso de todas las manos que sostienen  mi figura, toda piedra a través del túnel alzada con su  propia rudimentaria y cual armadura me cubre en la caída…

Vi el río dormido sobre el fondo, la ola quieta ante la orilla, el viento muerto en la rama, y cansada las alas, los ojos y la noche.
 Vi en este hoyo enorme que es el silencio, desarticuladas todas las estructuras de sonidos y un eco incierto  renombrado y enmudecido, como un ingeniero de melancolías, como un austero reparador de sinfonías desalentadasdeslumbré a lo lejos la  ambigüedad de las ausencias y el hastío de la segregadas notas calladas y  vertidas en una marioneta de oropel.

 Si tuviera los arcos y remolinos cual tridentes de Poseidón, tomaría  todos los pequeños océanos, cada rivera en la ola, cada salto de agua en las tormentas y haría de ellos, la más tibia de las charcas para bañar tus pies.
Si tuviera la fuerza cósmica de  todos los universos y todos los vientos, haría con ellos la más tierna brisa para rozar tu pelo.

Si tuviera la infinidad de los colores, la infinidad de las lejanías, la infinidad de las batallas, las tejería en una sola red para atrapar tu mirada. Si tuviera  en  mis manos cada canto, cada voz, cada diapasón posible, los ensamblaría en un sonido, tu nombre, y entonces te llamaría hasta quedar por siempre en el suspenso del venir.

Si tuviera  toda, toda lágrima ingenua y triste, toda inocente aceptación  de la verdad, le llenaría de todas mis plegarias y saldría a buscarte. Si tuviera toda la magia, todo hechizo, todo voluntario impulso del suspiro, entonces los uniría en un beso para al hallarte sintieras mi alma.

Si tuviera todo el amor, toda inquietud de la carne, todo sentir     todo estremecimiento del gemido oculto en la pasión, haría la más profunda de las caricias y vestiría  tu cuerpo con ella. Y entonces…

Solos…
Eternos….
Vivos…. ¿que pudiera pasar? …¿Me creerías?






RETINAS EN EL HORIZONTE.

Ungido  en el amanecer junto a la ventana de marfiles y nevados cristales, telón de amortiguado gris que descuelga del cielo,  te pienso. Me  he levantado y estoy aun enfundado en un pijama  de franjas celestes que alguien me regaló alguna vez, ordeno las ideas y el alma se inquieta como cuando me encadenas con esos brazos terciopelados,   ahora debo subastar en el bordado rupestre y pintoresco que se aborda en los canales del pensamiento mi  nostalgia de ti. Me tomo unos minutos para desperdiciarlos en un cigarrillo que fusilo en extensas bocanadas y se encienden  los primeros acordes de una radio tan intrépida como matutina.
 Hace  días intento pintar un cuadro y por ello desde ayer preparé las vasijas para recoger el rocío de la noche, removí los pinceles en una lata vieja y oxidada con esos líquidos necesarios.  Ahora somos unos acróbatas el lienzo y yo, empujados a describir algo tan sublime que duele de tan bello  por demás. Intento pintar tu cuerpo, quiero que mis manos cuenten toda la historia de esos instantes en que te acarician, quiero que la piel grite por mis dedos y en colores el suspiro eterno que en ella vive.
                          Las cortinas  no me hablan hoy, se han confabulado en mi contra  y retorcidas en  sus cascadas de hebras y líneas inmóviles enmudecen sin piedad. Ajusto el caballete pero un tornillo quebrado por el tiempo hace que se incline a la derecha, si utilizo el color azul, será para esa aérea y tan intenso como el mar de tus caderas.
No  sé cómo lo haré con la tonalidad de tus ojos, es un verde rubio  como sol de primavera salvaje y joven. Tu pelo corto invade y va destronando tus hombros en una fragua negra que marca el inicio de tu espalda, esa sabana de curvas y valles  en donde tanto suelo perderme y aunque  sea más fácil trazar el  segmento continuo de tus labios, el beso, el beso jamás lo podré dibujar.
Intento pintar un cuadro…espera!!! , acabas de llegar.




A MI HIJO CRISTOBAL.

                    

Me inspira
El agua clara y fría del arroyo que implanta una sabana de quietud
En la niebla descendida sobre  los ocasos, la vida valiente de una llama de luz
Me inspira
Un pensarte infinito mirando al cielo azul
Desde la cordillera dormida que muere en el tronco de un Abedul
Me inspira
Justo en el telón del mar circunda un ave el horizonte a plenitud
Y eso me inspira
Pero es cierto que nada me inspira mas que tu.

Tengo manchas en los planetas, y las galaxias del ímpetu
Que acorraladas en la almohada te aprisionan en una lágrima
Me inspira a vivir tu nombre, cual bálsamo cubanicú
Tu voz llamándome en la distancia, esté en Oyó o en Tolú
Por que llama desde dentro, en el alma.
Me inspira
La esperanza, pero jamás ninguna como esa
En la cual en un abrazo, te fundes a mi pecho
Nada, nada mi querido hijo, me inspira mas que tu.


Recordar tus ojos y tu mirada activa
Me inspira
Tu beso tierno y hasta la lágrima en la despedida
Me inspira
Mil franjas de colores en similitud
Suelen adornar el paisaje de esta distancia
Tus travesuras, tus sueños, tu fragancia
Me inspira
Pero nada, nada, me inspira más que tu.

Saber que eres mío y que nada mas mío existe
Me inspira
Saber que lleno de ti estoy, que todo lo demás de vacío se viste
Me inspira, saber que te quiero y te querré.
Me inspira
Y saber que te amo, te he amado y te amaré
Totalmente,
Me inspira, pero es cierto y así siempre será
Que nada me inspira, nada, más que tu.

REFLEXIONES SOBRE UNA FRASE.

                                                         ...Hay dos cosas infinitas en este mundo, una es el amor y la otra  la estupidez…

Es tan fácil distinguir el amor del resto de las cosas de este mundo; y se ha dicho tanto sobre él, que un poco mas de palabras no hará daño a nadie, pero de la estupidez que tan poco se habla y que difícil  de extinguir en ocasiones, el amor  lo escoge uno, lo elige, lo pronuncia, lo palpa, lo contiene, lo divisa, lo consume… la estupidez nos escoge a nosotros,  nos invade, nos coquetea y estúpidamente nos maltrata y  nos colma a través de otros.

Estas dos antagónicas  actitudes  del ser, aunque no se crea suelen ser  tan mayúsculamente  paralelas  como mar y cielo, la estupidez contiene ingredientes letales como tontería, envidia, chisme, frustración y sobre todo una dosis de retaso mental, falsa idolatría, autosuficiencia mediocre y deficiente, bajo coeficiente intelectual y sobre todo amargura, idiotez y desbalance emocional, el estúpido no medita, no piensa, no calcula, el estúpido se precipita, no usa la razón o alternativas, su perspectiva es fija, no varía su modus operandi y le es muy difícil retroceder en su opinión enajenada y con matices de insensatez, es un ser inicuo, inquisitivo y deprimido.

Pero hay  un tipo de estupidez inofensiva, casi inocente, casi imitable, esa que  nos nubla a todos cuando estamos enamorados, pero de esa no hablaremos hoy.

Hablaremos de esa , que al caminar una calle nos cruza justo delante de las narices, aquel triste tendero o dependiente de la farmacia que cierra la puerta faltando un minuto para la hora de cierre, y le suplicas y  se niega a escuchar, sigue el esquema absurdo y poco hospitalario de “SON LAS NORMAS”.

El estúpido posee una imaginación inmensa, esto le permite crear  enredadas  situaciones sobre su entorno, tiene  una visión infrarroja, ve las fantasías más épicas y mitológicas que pueda soportar un “rollo”, una “nebulosa” o una “intriga”.
El estúpido no tiene cerebro, posee una sustancia en la parte  superior  e interior del cráneo, que tampoco es cráneo sino vasija, pero no quiero confundirlos con clases de anatomía, volviendo a la sustancia, esta de color gris es una mezcla de grasa, orine, neuronas muertas, liquido cito-plasmático y mucho  cartílagos en estado liquido combinados con membranas y tejidos acumulados en obsoletos cuadrantes de  sus  lóbulos frontales y parietales.
Cuando tropiezas con un ser  y  es un estúpido en potencia, usa un disfraz casi perfecto en el camuflaje, por ejemplo  el estúpido investiga tu vida con la precisión de un detective, y concluye en su infeliz meditación que tu eres un ser inferior, utiliza un diseño de códigos mentales que le permite clasificarte, y claro está, escogerte.

El estúpido bebe del manantial de la ridiculez, no conoce la alegría, más bien la sátira, no utiliza la verdad, prefiere la ironía, el sarcasmo y la burla, nace bufón, ilógico y torpe, el estúpido es un gigante de la deslealtad, de la calumnia y  la sonsera. Le apetece las comidas raras, adora emborracharse, se muere por `programas de televisión  estúpidos,  ama los realitys shows y es fanático de los comerciales  sobre cómo hacer tu propio inodoro de silicona.

Un estúpido con un teléfono es una bomba, un carrusel infinito de vueltas y vueltas estúpidas sobre una pantalla portátil, las redes sociales y los estúpidos se llevan muy bien, el estúpido es un mercenario   a la orden de lo aborrecible, un mecánico del tiempo que crea coordenadas para perder la noción de este, un estúpido con un poco de dinero es  a un peor, es un sicario invencible de la moral y el buen gusto, un atrofiado modista, un insultante y obsesivo traficante de la moda, adora los colores pasteles, como  violeta plateado, el dorado plateado, el amarillo plateado y el azul plateado des combinados y en uso diario.

Deberían de existir señales de tránsito  para y contra estúpidos, por ejemplo un PARE, NO SEA ESTÚPIDO, o tal vez CEDA EL PASO, AL ESTÚPIDO. Los restaurantes deberían tener letreros como para prohibir la entrada de animales, prohibir la entrada de estúpidos. Frases en los edificios de Alertas, como esas de evacuación, algo así como, ALERTA ESTÚPIDOS CERCA, debería existir una escala de Richter para medir la estupidez, como con los sismos,  escuelas para estúpidos,  hospitales para estúpidos y ciudades para estúpidos.

Si  a tu hay alrededor hay un estúpido o una estúpida y  le quieres clavar una estaca de madera como a los hombre lobos, déjame decirte que es inútil, también son inútil el ajo, las balas de plata y los crucifijos, los estúpidos no mueren, son invencibles y más fuertes que los idiotas, se propagan en masas y una vez infestados no tiene cura.

LAS 30 LUCES.

La locomotora  del sol es un puente macizo de hierro y venas de acero, engrapados con vertebras de tornillos oxidados, y números a los costados del humo que vuela sobre sus rieles, la locomotora pasa despacio delante de mis ojos  en el ventanal del horizonte y yo….con un  impulso de desventura y catarsis envuelvo las luces del atardecer,  en una membrana de esperanza….y tejo con  rocas  azules las estrellas del lecho para mi noche.
La brisa inconstante coquetea con las faldas de las mujeres en la acera, con los sombreros de los  caballeros  en el desfile de trabajadores, como una trinchera de todos los despistados y frenéticos duendes del asfalto. Rozo mis hombros con los bancos y los columpios en el grito pequeñito de los niños al jugar.

 Estoy sobre la imaginación del silencio que me visita y otra vez desde el podio de mi balcón, un  gemido  en el último rayo de sol  se convierte en  nota sublime del paritorio de la luna  y  entonces contesta el  alivio de mi espera.

Las sombras danzan en el escenario del sendero que hasta mi llega, como  vivientes cadáveres que soportan mis pasos apresurados. Canso mis ojos de tanto caminar, cruzo las calles, con saltarinas maniobras y estúpidas acrobacias y eso muchos autos no lo entienden, quiero llegar  a mi  destino, pero este tiene fichas negras y mejor posición. De eso se trata, de mirar, de andar con  las pupilas, de buscar con el alma de la mirada, sé que estoy  por ahí en algún sitio, quizás hasta en otras dimensiones de mi, para ser testigo de esta muerte enfundada en el crepúsculo.

Sería mejor ahogarse, partirse el pecho con el mayor de los túneles que cualquier navaja pueda hacer, que respirar la bruma de las ausencias, las líneas anudadas de los vacíos, sería mejor olvidarse del mar, de cualquier poesía, de cualquier canción, que repetirme las ansias en las ansias, la desesperación en las utopías, que repetirme en cada latido esta sed  por descubrirme en un juntos, en un dos, en un para siempre. Sería mejor  perder una extremidad, una oportunidad, una suerte, una dicha que recibir el martillazo inquieto de la duda en los oídos.

Esquivo como un erizo de los corales  entre las manos, como el agua de los cantaros hijos de la lluvia, escurridizo como una  libélula embrujada en su más verde  disfraz, ciego como un  enajenado  polizonte de infantes fantasías en los recuerdos, esos recuerdos  tan caprichosos como un vicio, como una tormenta de hormonas pulsándose en las sienes, la frente, los parpados, los labios y quemándome el pensar. Torpe como  guitarra sin cuerdas a la orilla del rincón mas áspero, mas inútil, más cansado y olvidado.

El tiempo, el infalible tiempo, el tonto que no  se detiene aun a sabiendas que nos aniquila sin tropiezos cada segundo, sin lastima, sin  censura piadosa, el tiempo un apocalíptico  señor de costumbres homicidas. A él quiero arrancarle cada instante que me robó, cada trozo del momento que se llevo entre sus oscuras capas, cada apretón de manos, cada caricia en los cabellos oyendo la trova de una melodía andina, cada sonrisa detrás de una copa, cada gesto  insinuante al bañarnos  en la madrugada de los deseos, cada piel, cada vida, cada capítulo, cada telón y volver a empezar, volver a empezar, volver a empezar.


……la locomotora del día se aleja,…… en el horizonte de mi mente se ha escondido el sol.