Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

DEL TEMOR, LAS DUDAS Y LA SONRISA.

                       


El canto de tantas palabras perdidas lleva de rojo y de pequeñas celdas apuntaladas, en sus barrotes mas húmedos  retorna la fuerza de los intrusos y campanas de destierro repican en las alfombras de sus sombras. 

Una muralla de niebla entorpece el viaje del día, proliferan en los suburbios  entonaciones de diálogos inconclusos, me detengo en la puerta de los horizontes con el cuchillo de rebanar la ilusión y para entonces mi fe es un sitio desolado.

Bendito canto de  dolor, bendito auxilio de repetidas ausencias es mi pena, con acrobacia y mascara se abre el escenario cotidiano. Bufón de pantuflas y taza de café es mi balcón  desierto, trampa  para madejas de recuerdos, silla de sentencias y fuego ensortijado en  la órbita de los ojos lánguidos y desorientados me acompaña.

En estas tierras lejanas, las cordilleras son entablados telones, hay estaciones que por momentos cubren  de lodo y nieve sus cimas, es tan fría la tarde como el pasar de los caminantes por las aceras, la mano cálida no sabe  del abrigo que corona, no hay en ella un ápice de nocturnas acogidas y mil sombreros deambulan por debajo de las antenas y los carteles digitales, soy un cazador en medio de un grano de arena gigante, soy un vicio  de la bohemia sin  el contrabando de las hospitalidades, soy carácter y soy hierro.
A veces me raspo la cara con los dedos, porque se convierte  en una pared, una pared con forma de cara, ovalada, barbuda y taciturna, a veces es mi rostro un retazo de madrugada, a veces es mi boca una amarga caverna de oscuras y silentes ecuaciones. Si tomo un libro en las manos solo observo las primeras líneas, el teléfono entona un himno constante de números. Vivo en un edificio de pasillos largos, de elevadores demorados  y vigilantes, vivo en una calle de taxis y bicicletas, vivo en una ciudad de zombis que trabajan y duermen.

 Un vino barato y una vela más barata aun, reposan cada uno frente a mi cuando la noche cae deliberadamente, una canción rueda por los oídos, las sirenas de bomberos y policías circulan por las trastienda de las ventanas, las muchas luces de las torres finales en las azoteas son  crepúsculos inocentes e intermitentes y yo soy un juguete de mi  almohada, mi cama una trinchera, mi desesperación un fusil y  el temor un ejército. Hace mucho dude para escribir este cuento donde me expongo, por temor a que nadie lo leyera, pero la razón de decir, me convenció a hacerlo.
 ¿Que es el optimismo sino un temor al pesimismo?, o ¿que es dudar al  cruzar la calle sino es un temor invisible a los autos?

El temor te invade, pero pocos hablan de eso fuera de una crisis, temen al bochorno,  al descalabro mental que produce la burla, temer a sentir temor es más que dudar a ser valiente, o ¿será una falta de razón lógica que nos hipnotiza los sentidos?, ¿será tal vez el temor al hambre lo que nos hace comer o es el temor a estar solos lo que nos hace reunirnos?

¿Hay razón en el temor, o solo estoy dudando de que exista otro motivo para hacer las cosas?

Tan enormes esos motivos en ocasiones  y tan poco el boleto  de satisfacción, crear enormes estructuras a nuestro alrededor contiene ese deseo de que sea grande todo lo que tenemos, es la abundancia aquello que opaca nuestro temor a la escaces, 
Conocer tantas cosas es lo que nos permite saber que decidir, ¿pero que pasa cuando lentamente una duda nos nubla todo y caminamos por raíles hacia la razón de que el miedo es mental?, ¿pero porque si es mental se me aprieta el pecho ante esta duda?
Hemos temido siempre, a la lluvia, a la muerte, a la ansiedad, a la soledad, y hemos sido bala disparada sin rumbo, y hemos sido marioneta, presente, pasado, catarsis,  salto, golpe, soberbia, orgullo, abandono y hoja marchita.

Sonreír es un lujo cuando nace del alma, sonreír como un parque lleno de palomas blancas y agua cristalina es una hazaña de pocos, sonreír como un tren que recorre la avenidas de las lindas emociones es un pan para el mendigo, es una oración para el cristiano y es un sueldo de millonarios en estos tiempos, sonreír es paz y  es un joven  manantial descarrilado debajo de un roble verde y marrón sin  frenos.


Y yo después de todo solo puedo sonreír cuando estas junto a mí. El resto de mis minutos es duda y temor a que no llegues.

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