Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

         Hay una esquila desbordada  en los retratos de la pared, hay una sirena cantando en medio de la estrategia que tiene el olvido sobre la memoria, hay una máscara sobre el español de las palabras clandestinas, hay un arroyo de subjetivas y artísticas burlas en este instante en que voy corriendo sobre mi escases, escases de fracasos y hambre de doctrinas sin éxitos a la vez, retorciéndose en la bruma de la soledad, me faltan los ojos, las cuencas vacías en  medio de una sombra agonizante que se exhibe en el interior de mis ansias.

        He tenido todas las tablas de un reloj en mi cabeza, cuanto quisiera volver a  casa después de tantos años escondido en ella, volver a la ventana por donde salgo en ocasiones en aquel álbum que me hace sonreír   y parece que de tan blanca la sonrisa cada nube de este cielo es negra como  la arena del pacifico
.
                        La ilusión cayó del presente por un canal  ausente y  sin medidas ; y sin consuelo para contener sus mieles, somos en un minuto como la voz de las algas reverdecidas de toda calle y toda cicatriz en los ladrillos y toda muralla, y todo golpe en la frente, y  todo cántaro roto  en la fuente.

 No quiero más del movimiento, no quiero más del espacio, más  del sueño. Ha de ser mi sangre más de  la mirada de mis métodos, los métodos de la niebla donde mi conciencia tiene  el método de los extraños, no quiero más del riesgo ni tampoco de la osadía, si un eclipse me agobia al amanecer beberé  en el balcón de mi ciudad una gota de desanimo, y mil ríos de locas esperanzas.

Que nada ya  tiene de aceite y de unción  en mi cabellera envejecida, que  nada de añoranza  por  esa primera vez en que fui el juguetón arbitro de tirapiedras y mariposas,  de abejones y tamarindos en la pradera de mi isla, cuanto sin ver  ese broche de mama prendido junto al pecho mientras  me besa y  el corcel negro de su pelo despeñado espalda abajo, como  una avalancha  que cae en mi cara, cuanto de ese tanto que tanto ya falta

Volver  a casa, volver  allí donde empecé a nacer  todos los días en la crecida del niño mojigato  e imberbe de plastilina y algodón en la mano, volver al trillo, al sinsonte disparatado que canta sin hora y sin  puertas en el horizonte, yo me muero por  las  bibijaguas que me hacen ver, por los papalotes que me hacen sentir y las olas de la playa que me hacen imaginar, crear, reír, saltar y llorar en las faldas de la luna.

He visto hoy una mesa de cedro, he detallado cada fibra enramada en la madera y cada línea desnuda en su geometría   sedienta de párrafos, como un cosmos rectangular  bailando en  una arquitectura inmóvil.  He envidiado su utilidad y su integridad, ignorante e inanimada. Su papel  inocente de sumisas formas, su apasionante desempeño al servir, como cordero de elegantes vestiduras, y he pisoteado al pasar el último de mis cigarrillos.

                           Estoy cayendo por el borde de los oleos de un Guernica, de un Goya y de un libro mordido por los años y las polillas. He asesinado mi certidumbre, mi sosiego y he marginado mis dedos escribiendo  cosas que ya nadie entiende, mientras aun los trenes navegan por los túneles de los poros de todo el país  desarmado en una sola telaraña, repartido en una sola pieza sin la compañía de una mano tibia, de un tambor en los labios cual rumba de besos, allí donde de mujer te tiñó el pincel de Dios.

A veces escribo cosas, azules como si fueran manantiales del universo en la mano, a veces  busco que la prisa contente  los torrentes de la imaginación y se  precipite sobre una hoja en blanco, a veces quiero ser la historia para contarme actuando y destrozar estos cimientos de pasos adormecidos por la muda diestra, a veces quiero poder juntar el destino y hacer que suceda.



                                                                    Leonel CASTELLANOS/Ogbe She.

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