Versos anónimos.
Leonel Castellanos Rodriguez
En cintas de anochecidos acordes
Se precipita el abismo sobre el vacío de si mismo
Con el método del suicidio de las mariposas
Va el eco a despeñarse en complicidad y ambos
Se encierran en el resplandor de una historia
Que sobrevive con las armas de un torbellino desconocido
Y que levanta la mañana a pleno sol, a pesar de todo.
En los túneles de la doctrina del amanecer
El recuerdo implanta aguijones por toda la piel
Un tatuaje se convierte en palabras difíciles y entrecortadas
Puede que todos los océanos conozcan la pena del destierro
Puede que todos los caprichos conozcan la pena de la negación
Pero es la pena de suplicar la más tortuosa que observa el cielo
Y hacia allá recorre la mente en un instante tras partir por el deseo.
Dejadme con este dolor que ahuyenta la calma
No tengo nada más, que este compañero de atrevidas batallas
Dejadme con este fuego de estilistas de la soledad y silencio
Cubierto de las capas más profundas
Impaciente en la sincera armonía de dislocados pensamientos
Dejadme, el lodo de una melancolía es hoy arcilla de mi estatua
Y seré polvo en la noche cuando tu nombre me visite.
En cubo de cascaron, en la niebla de los surcos de los años
Enjuago mis manos con los pétalos de una poesía a medio terminar
Y miro al fondo de las orillas que me circundan
Y hablo con ese yo que me forma y reconoce, y veo en el espejo
Las grietas de la desentonada y ruidosa distorsión de mí
Con piñatas de corales sumergidos en lo abstracto
Y entonces me asusto y corro a un sueño diferente que me espera.
Dejadme les pido, dejadme
Con esta costumbre de estar conmigo y sin mi mientras vivo
Total, aun el vaso sigue medio lleno.
Quito /Ecuador/Agosto/2010.
Leonel Castellanos Rodriguez
En cintas de anochecidos acordes
Se precipita el abismo sobre el vacío de si mismo
Con el método del suicidio de las mariposas
Va el eco a despeñarse en complicidad y ambos
Se encierran en el resplandor de una historia
Que sobrevive con las armas de un torbellino desconocido
Y que levanta la mañana a pleno sol, a pesar de todo.
En los túneles de la doctrina del amanecer
El recuerdo implanta aguijones por toda la piel
Un tatuaje se convierte en palabras difíciles y entrecortadas
Puede que todos los océanos conozcan la pena del destierro
Puede que todos los caprichos conozcan la pena de la negación
Pero es la pena de suplicar la más tortuosa que observa el cielo
Y hacia allá recorre la mente en un instante tras partir por el deseo.
Dejadme con este dolor que ahuyenta la calma
No tengo nada más, que este compañero de atrevidas batallas
Dejadme con este fuego de estilistas de la soledad y silencio
Cubierto de las capas más profundas
Impaciente en la sincera armonía de dislocados pensamientos
Dejadme, el lodo de una melancolía es hoy arcilla de mi estatua
Y seré polvo en la noche cuando tu nombre me visite.
En cubo de cascaron, en la niebla de los surcos de los años
Enjuago mis manos con los pétalos de una poesía a medio terminar
Y miro al fondo de las orillas que me circundan
Y hablo con ese yo que me forma y reconoce, y veo en el espejo
Las grietas de la desentonada y ruidosa distorsión de mí
Con piñatas de corales sumergidos en lo abstracto
Y entonces me asusto y corro a un sueño diferente que me espera.
Dejadme les pido, dejadme
Con esta costumbre de estar conmigo y sin mi mientras vivo
Total, aun el vaso sigue medio lleno.
Quito /Ecuador/Agosto/2010.
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