Historias de emigrantes. # 2
Publicado por
Frank Caner
en
miércoles, septiembre 29, 2010
Por LEONEL CASTELLANOS RODRIGUEZ, ESCRITOR CUBANO.
Te extraño mama.
La madre dijo _ pronto volveré_ en aquella tarde en el portal, junto al árbol de mangos que sembrado en la entrada daba sombra. Hasta ese momento la vida era una aparatosa algarabía de juguetes y cariño en equilibrio repartido. El escuchó la frase, pero no reparo en ella, al fin y al cabo los niños no se inmiscuían en la conversación de los mayores.
Varios días después sus ojos estaban dentro del recinto de la embajada del Perú, la situación se había vuelto difícil después de la muerte de Pedro Ortiz Cabrera, uno de los uniformados que guardaban la puerta, una semana que seria un infierno en una dosis pequeña pero altamente volátil. Fueron horas sentados junto a una palma que centraba la parte de atrás de las oficinas donde se discutía la situación de los cientos de cubanos que se adueñaron del lugar.
Afuera cordones de casquitos blancos, hombres y mujeres vestidos de milicianos,( uniforme conmemorativo después de Playa Girón), policías, y varios simpatizantes que gritaban muchas cosas que El no entendía, adentro el hacinamiento y la violencia hacen gala en una fiesta sin agua, ni comidas, y donde el vino de la calma y la concordia no fue invitado. Hubo incidentes frente a El que lo enmudecieron, mujeres violadas, robos, agresiones con armas blancas y golpizas, una jungla en plena supervivencia.
El asma, enfermedad que lo afligía desde su nacimiento , ahora en su menudo cuerpo de 11 años, corrompía su tranquilidad y mas de una ves el grito de desesperación y el llanto de incertidumbre la esclavizó a la noche que a pleno cielo tapaba su piel, cual sabana insólita. Mientras la madre lo calmaba le contaba sobre ese otro país de maravillas y edificios gigantes y de un parque de diversiones que eran los carros locos y los castillos los dueños del lugar, y que allí, justo allí vivía Miki, ese ratoncito que tanto adoraba.
Así fue que en un ataque agresivo la ambulancia lo traslado al hospital Marfan en el centro del vedado, agujas y jeringas, placas y batas, entubaciones y esparadrapos, todo menos Mamá hicieron de una faena entre la vida y la muerte un canto glorioso al vivir, pero que mas tarde seria el vivir en la ausencia.
Los grandes botes llegaron en la mañana por el puerto del Mariel, atracaban con banderas que no eran cubanas, pero se llevaban almas cubanas, maestros, bodegueros, ex militares, presos políticos y comunes, niños, ancianos, de todo, y todos, el padrastro, la madre, y los tíos, muchos fueron repartidos como cajas de mercancía en Panamá, Perú y otros llegaron a Miami, pero EL no los acompañaría, ahora la abuela seria el mástil que guiaría la travesía de su vida. La imagen diciendo adiós con un pañuelo blanco entre el vaivén de las olas, es un óleo aun fresco en la memoria.
Pasaron los años y el árbol de mangos se seco, a veces llegaban cartas, dinero y postales, otras llegaba veces la tristeza, la ansiedad y las preguntas sin respuestas, a veces la abuela se ponía dura y le imponía olvidar, pero tan difícil era como vivir en la utopía que un día todo sería distinto. Siguió pasando el tiempo y creció, surgieron nuevos amores, nuevas metas, y nuevos deseos de emigrar, pero los cambios políticos no traerían un cambio para instaurar la cercanía del abrazo deseado.
Abuela murió, escribía en una carta, culmino la carrera este año, te extraño mama, no se que voy a hacer sin ti, por favor respóndeme y dime cuando estaremos juntos, por que te fuiste?, ahora soy casi un hombre pero sin familia, que pasa que no me llamas, te quiero mucho mama, pero las cartas demoran tanto como madurar y aprender a despertar cada día con el llanto y ausencia servidos en el desayuno, y acostarlos en la almohada en la noche.
Nunca más supo el destino de los que se fueron, han pasado casi 30 años y ya la pena es una costumbre, que viaja con El y su pequeño hijo por los parques y fuentes de una ciudad que todavía dice adiós, todos los días, a los que sobre el mar extienden sus pasos.
QUITO /13_SEPT/2010.
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