Giuseppe Arcimboldo
Incrustaciones antiguas.
Por Leonel Castellanos Rodríguez. / Escritor Cubano.
Por el relieve discernido en el paisaje que me atropella
Por las burbujas que divagan en incrustaciones antiguas
Por la bofetada rupestre que embriaga el tiempo pasado en olvido
Por las olas que entre nubes desertan y buscan golondrinas
Por las reuniones disueltas y la presencia de las espaldas
Tengo un canto y un puño, escondidos en el pecho.
Por la sobra espesa en las fronteras de un deseo
Por la sed ensillada en el velero del hambre, el miedo, y la desilusión
Por la terca agonía de insensatas costumbres y vertederos en negro
Por el amor al desafío travieso que se agolpa en la almohada
Por el cabaret naufragante que en el horizonte duerme
Tengo un canto y un puño, escondidos en el pecho.
Por la ceguera enfundada en el hostigado proceder
Por el incierto apetito de los enemigos
Por el capricho descalzo en la brasa malévola
Y el sustantivo despectivo asomando en los enjambres
Por la navaja petulante que se disfraza en sonrisa
Tengo un canto y un puño, escondidos en el pecho.
Por el balcón sin enredaderas y sin guitarras
Por el jardín sin cruces, sin buros, sin desesperaciones
Por el molesto bostezo en la explicación
Y el molesto bostezo, otra vez, en la respuesta
Por la urgencia en el desangrado instante en que te llamo
Tengo un canto y un puño, escondidos en el pecho.
Por la juventud recortada junto a cartulinas de sobremesa
Por las anclas en desiertos inhóspitos y azules
Por la soledad distante tatuada en la piel
Por el circo, sin tramoyas y sin aniversarios
Por la orquídea libre pisoteada en la acera
Tengo un canto y un puño, escondidos en el pecho
Escondidos en el pecho.
Escondidos en el pecho.
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