Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

La variación desecha.

                                                     
                                 El hombre desciende de su cápsula  empotrada al suelo,  cama  a medio vestir con la franela gastada de un blanco tenue y rocoso que desentona  debajo de la ventana,   los insomnes pasos le estremecen el resto de las piernas con complejidad, las paralelas y agrupadas cuerdas del arpa rítmica se sitúan al centro del salón, las  curvas descendentes  que la llenan entorpecen la vista de lo recuadros colgados al fondo entre  los demás instrumentos.

           Las escaleras vecinas del portón sufren de mareos por su vértigo a la altura y de igual forma el día  es una variación desecha en sus deseos, entonces cae fulminante ante el abandono de su pluma  para parir ritos y plegarias. Con los glúteos a cuestas y sin la cintura en orden, abandona la acera para treparse en las franjas de las calles empapadas de duendes y hojas de Moras.

           El hombre como asesino a sueldo,  con la frenética mirada del cazador, huye de la emoción  infinitesimal  que se cobija en los albores del cálculo mas retorcido, huye del campo de fusilamiento de su sudor con las manos  cargadas de algodones y brisas. Parte su encomiado traje de Oz en catapultas de botones, suelas y cordones. Intenta ganarle a su sombra arribando a los desembarcaderos de cada esquina  con prisa inocente. Las paredes terminadas en balcones y azoteas  se balancean con  el guitarrazo  de algunas bocinas, sin tesis, sin penachos verdes la arrugada figura  rema con suposiciones por los corceles de la búsqueda.

                  Fue la duda subalterna capa, disparatada taquilla de orfebres y principiantes de la alquimia, un riscoso paradero húmedo de utopías, el pleito en sus ojos es un detonante vulgar de ilusiones compactas, ojeras del miedo, cintas  adhesivas de prohibición, columpios colgados de abstractas sinfonías, fue…porque ya no es…un descamisado umbral de bahías. Ahora disimula su muerte viviendo en las cofradías de su vida rutinaria que hoy despierta.

                                   Es feliz en su arribo colonizador, en su abordaje intrépido que lo sumerge a la vez en cada táctica de avance, olvida con  triste vergüenza   la caravana de inciertos, la fusilamine entrevista con las luciérnagas de las decepciones, sufre con descalabro la tortura ennegrecida de los arrebatos, de las incomprensiones y de esos mechones de cabellos envueltos en la locura, no hay raíz para el anclaje, no hay motor para mayores proporciones, solo decisión y  tiempo que lo llevan cual mensaje por las riveras de las iniciaciones.

El hombre es un ser común, sin independencias, sin catastro de impedimentos, romántico despilfarrador  de auxilios encomendados y libertos, el hombre reconciliador de argumentos básicos y elocuentes es también cause de  improvisadas alucinaciones, un mendigo  voraz y un capitán sin navío en este último minuto, está próximo al concilio que ofrecen sus brazos, se desespera por llegar, a ese molino de caricias que espera su trigo.

Cada hora del día tiene años dibujados en sus estructuras temporales, el tedio transcurrir de estos es un acero fortificado con mas y mas fuerza y dureza, acorralado en sus anillos el hombre compite con  todas las medallas de su voluntad, se engrandece  con golpes certeros de ansiedad a su sangre de héroe.

Por fin llega. Ella es mágico trozo de crepúsculo, con unos grandes  luceros debajo de la frente, la melena que adorna su cuello no parece real, está quieta en medio del lugar indicado para el duelo, es una señal más de la extensa calle, un árbol mas y una estrella más en medio del universo urbano. Le ha visto y sonríe, con esa alegría de pequeña y traviesa niña ante un dulce.

Ella es un derrame de todos los ríos y todas las azucenas juntas, un escandaloso y magnifico naufragio  en el paraíso de  todo lo único y todo lo bello.

 Ella es esa puerta encendida de laureles, ese arenoso teatro de invitaciones, ella  tiene en cada línea que esculpe su rostro un pincel maestro que interpretò la  divinidad en cada trazo.

Ella es llave, cometa y ave que intranquila se declina entre sus fibras, la piel acanelada parece trinchera a prueba de todo fuego, hace  tanto que espera este encuentro, este despegue  de sus islas mas frustradas, este recorrido por sí misma en el cuerpo y mente de otro ser, ella confía, se arrima con destreza, y en el acercamiento el alma se hincha como  esos peces globo de los mares, las mejillas se enrojecen  y algo en sus acantilados, se enciende y llora.

Por fin el beso, un llamado siniestro de todos los gemidos, todas las ganas en un solo y precipitado acto.




 LCRODRIGUEZ/2015.






0 comentarios:

Publicar un comentario