Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

SEGUNDO TIEMPO, LAS RULETAS DEL DESTINO.






Sumè el acantilado en sobremanera con el acorde del desconsuelo, tropecé con el diván que sobre nubes descansa subiendo las cuestas y despeñe en saltos imprecisos mis fuerzas. Las gardenias rojizas por la espera se marchitaron antes del amanecer, los sauces llorones naufragaron en el viento cuando apenas el sol se tendía tras la ventana.
Fue mi error volar con las golondrinas lejanas en el horizonte, fue una pena esconder las heridas, fue un acto descabellado remendar los agujeros de la penumbra mientras usaba las hebras de la esperanza.
Soy mortal, pero a veces se me olvida y pretendo tentar las ruletas del destino.
Si mañana escribes mi nombre sobre el recuerdo mientras una melodía asoma con tristeza, si mañana te meces en la impaciencia y un escalofrío se desvanece entre tus venas, si mañana , escuchas que he me marchado donde los astros son más grandes y me crees un enfermo que no tiene cura, sigue aliada del tiempo que me desconoce.
No sé de perfectas estructuras, no hay pirámides en mí que contengan lucidez y cordura en cuestiones de amor, no fabrico luciérnagas provistas del algodón de lo equilibrado, no soy sensato ni tampoco altanero centurión de caprichos, no se beber agua del arroyo desatinado y embriagador de la paciencia, soy fuego impulsado por mil corceles inquietos y renegados, soy pasión cubierta de lanzas y apuntaladas sorpresas, soy miedo y niño en una sonrisa traviesa, soy velero derribado por olas azarosas y bulliciosas de la algarabía reinante de cualquier primavera, y por ello comprendo los pecados, los silencios, los suspiros, los latidos y los duendes de la eternidad. ¿Qué quieres de mi?...... ¿Que buscas en mi?, ¿Acaso esas páginas de alegría constante sin la amenaza del adiós?
He tejido la tela inconclusa con hojas malvas y difusas de cadenas solidas. He perdido en tus ojos esa mirada que sin brújula me encuentra en cada segundo, he perdido el empuje de tus labios sobre la cascada de los míos, he perdido el sillón de los bucaneros sobre las estrellas, y me muero, me muero tan despacio como una noche en el universo, me seco como manantial ciego que forma el rocío, me esfumo como remolino pequeño cerca de las tormentas, estoy justo en la horca de mis propios acertijos, suspenso en la caída, debajo de los rieles, hipnotizado por el espejo húmedo de mi habitación, mudo, apenas sin el aliento, entumecido ante los fantasmas y esperando otra estocada de la soledad.
Nadie te dijo que yo existía, no fue por códigos ni rifas que me encontraste, fui yo quien decidió nacer para conocerte, fui yo quien apenas siendo retoño te soñó, fui yo quien trazo las líneas para hacer un camino que me llevara hasta ti. Fui el dueño los pactos, fui yo quien sobrevivió todos estos años para estar junto a ti una vez, una y única vez. Fui yo quien cambió con los acreedores de las fortunas parte de mi pecho y de mi glorias por una historia ínfima detrás de tus caderas, detrás de tus muslos, para enroscarme en las mieles de tus caricias, fui yo quien buscó que pasara la brisa del verano entre nuestros dedos entrelazados, y aun así me culpas de esta tendencia a convertirnos en extraños, ¿Qué sabes tú, entonces lo que es amar?


Sumè el acantilado en sobremanera con el desconsuelo, cuando cerraste la puerta. Buena suerte.

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