Palabras Cubanas

Un Blog de Leonel Castellanos Rodriguez

Dos puntos, una curva.


De algodón retorcido es la cabecera del horizonte, como un precipicio fusiforme y remojado por los márgenes que descienden en rustica sinfonía es mi silencio, como un trozo de vidrio encajado en el descalzo pie y como sangre que brota desordenada entonces soy ensimismado en los balcones de la ansiedad. Los autos traspasan las letras en las aceras, le gente camina por los bordes de sus propios pasos, y de momento me golpea tu mirada como alas de mariposas y me desnudo en el revuelo de sus destellos.

Dios se ha marchado con aquella brisa divina que dibujó la suerte sobre las escrituras del perdón, se ha marchado tan lejos como pudo de mí, sin prisa y vestido de la más cuerda locura. Han caído las hojas por todo el cielo de los sauces y mi conciencia, como puntales han caído los instantes, y mis lágrimas son gavetas rellenas de cartas y miedos. Dios se ha marchado, bendito día escogió el señor…. el mismo día que te encontré, vida, en las alforjas de la esperanza, y para colmo te ha llevado consigo.

Sediento como la fantasía de una caricia, anudada en las manos sobre tus caderas, es ahora mi espera. Tengo un duende junto a la ventana en vigía enorme como una roca leal a ese faro que ilumina las costas. Oculto sobre una estrella se me quedó la rodilla de un beso, apoyada en el fino lienzo aterciopelado de tu boca. Repleto los tendones por el deseo de abrazarte, azotado por el temblor que provoca tocar tus manos, y esos permisos que se caducaron en la despedida.

Dios se ha marchado por los péndulos de ese pelo que se te enreda en el rostro, tan lejos de mí como los cien valles que nos esperan al morir, y ya la tarde rendida ante la engalanada noche que tropieza junto a los gritos del ocaso, se mece en ese banco gris en donde estamos los dos.
Un manojo de unicornios blancos tu blusa es , un arquero son mis ojos en los puntos y en la curva, como un remiendo de la guerra entre el néctar y la hormiga bajo el ciruelo.

Podrá pasar la vida, en un final es algo relativo y también reinar la duda, más no aquello que tengo en el sentir, cuando si te pienso se me devuelven las azules glorias, en el frenesí encantado de tu existencia albergo el ultimo de mis alientos. Y Dios lo sabe y por eso se ha marchado para dejarnos el mundo para los dos. De algodón retorcido es la cabecera del horizonte, y no merece tanta fuerza la distancia.



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